lunes, 21 de febrero de 2022

Mi experiencia en casos de discriminación

El material didáctico del módulo, especialmente los vídeos de Jabari Lyles y el de Kimberlé Crenshaw sobre la interseccionalidad de la discriminación, junto con las ideas y vivencias que Carmen, Viky y Moha nos transmitieron en el evento dinamizado de la semana pasada, me han hecho recordar dos casos de discriminación que he vivido de cerca, uno de ellos como mera espectadora y el segundo como participante directa e involuntaria.

El primero de ellos está relacionado con lo que Carmen comentó acerca de cómo las personas trans muchas veces se encuentran expuestas a que su situación sea puesta en conocimiento de todo el mundo, sin que ellas puedan hacer nada para evitarlo y gracias a unas leyes que no terminan de solucionar esta situación.

El caso al que me refiero sucedió en un llamamiento a exámenes de la UNED, en el que los examinandos van recogiendo sus preguntas y entrando en el aula de exámenes a medida que se van diciendo los nombres de cada uno. La persona que estaba delante de mí era una chica joven como otra cualquiera. En el momento de entregarle su examen pronuncian su nombre en voz alta, y los que estábamos allí presentes, o al menos, los que estábamos prestando atención, pudimos darnos cuenta de que se trataba de un nombre de varón que no correspondía con la imagen de la alumna. En ese momento me sentí muy mal por ella y me pareció que el profesor podría haber tenido algo más de sensibilidad al hacer el llamamiento de esa persona.

Este caso y los que comentaba Carmen se podrían solucionar si se terminara de legislar la cuestión del D.N.I. para las personas trans. 

En el segundo caso mi intervención fue directa y supongo que mis compañeros y yo fuimos considerados racistas, cuando poco. Como ya he comentado, trabajo en la Oficina de Relaciones Internacionales de la UC y recibimos a estudiantes y profesores de diversas partes del mundo. Al inicio de cada cuatrimestre se realizan una serie de actividades de bienvenida para los estudiantes entrantes. La participación en algunas de ellas conlleva el pago de unas tasas simbólicas, sin el cual, no se puede participar. En una de estas actividades, hace unos cuantos años, no pudieron participar un par de alumnas afroamericanas de una universidad del Sur de los Estados Unidos, simplemente porque no habían abonado las tasas correspondientes, igual que otros estudiantes blancos que tampoco lo habían hecho y que tampoco pudieron participar. Pues bien: las alumnas se llevaron un disgusto horroroso, se echaron a llorar y yo creo que entendieron que se trataba de un caso de discriminación por su raza.. Intentamos explicárselo pero fue inútil y nos quedamos con una sensación de impotencia y frustración muy grande. En este caso, yo creo que asimilaron la situación a una de las muchas que viven habitualmente en su país, cuando se trataba realmente de lo contrario en aplicación del principio de igualdad. Como funcionarios públicos, aplicando el mismo criterio para todos los participantes, finalmente fuimos tachados de racistas. Como consecuencia de este incidente, y para evitar que en el futuro se repitieran incidentes similares, decidimos que a partir de ese momento todos los alumnos procedentes de Estados Unidos tendrían una plaza garantizada en cualquier actividad, independientemente de que hubieran abonado las tasas o no. Sin embargo, esta solución también incurre en un trato discriminatorio para el resto de alumnos.

¿Qué os parecen estas dos experiencias? 

¿Creéis que se podría haber actuado de otra forma?


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